Los vapeadores son un 95% menos daƱinos que los cigarrillos
El cirujano oncolĆ³gico Fernando FernĆ”ndez Bueno lamenta que en EspaƱa no se potencie el empleo de productos alternativos al tabaco como los vapeadores
El cirujano oncológico Fernando Fernández Bueno lamenta que en España no se potencie el empleo de productos alternativos al tabaco como los vapeadores, “ya que no sólo generan unas tasas de abandono del tabaquismo exitosas, sino que reducen ampliamente el daño causado”.
Expone que numerosos estudios científicos defienden el uso de los vapeadores como alternativa al tabaco y coinciden en una cifra: son un 95% menos dañinos que los cigarrillos convencionales. Ante estos datos, este cirujano oncológico del hospital Gómez Ulla de Madrid se aleja de las posturas maximalistas en el debate sobre la inocuidad o los riesgos de los cigarrillos electrónicos.
Como portavoz de la Plataforma por la Reducción del Daño por Tabaquismoconsidera necesario “ir más allá” en las políticas contra el tabaquismo para ayudar a los fumadores que han probado otros métodos en su objetivo de dejar el tabaco y han fracasado.
El doctor Fernández Bueno echa mano de las estadísticas para recordar que “el 80% de los que recurren al cigarrillo electrónico lo hacen con el objetivo de dejar de fumar” y aconseja consultar al médico “la forma más efectiva del uso de los vapeadores contra el tabaquismo”.
Los cigarrillos electrónicos reducen Ā«considerablementeĀ» el uso del tabaco
También asegura que, según los estudios, quienes en un inicio alternan los cigarrillos electrónicos y los convencionales, “reducen considerablemente el uso del tabaco”. No obstante, es partidario de que se realicen más estudios para disponer de más datos sobre el impacto en la salud de los fumadores.
Actualmente en España fuma el 34% de la población, una cifra que ha superado la cuota más baja lograda tras la implantación, en el año 2005, de la conocida como ley antitabaco, por lo que son muchos los fumadores que fracasan en el intento de dejar su hábito.
A juicio del doctor Fernández Bueno, “ampliar el catálogo de herramientas para ayudar a la gente a dejar de fumar sería la estrategia adecuada en la lucha contra el tabaco”. De este modo, afirma, se ofrecen “nuevas alternativas reales a los fumadores, contrastadas científicamente”. “¿Por qué cerrar las puertas a instrumentos que, como demuestran las evidencias, funcionan?”, se cuestiona el cirujano oncológico.
Es más, considera que la postura del Ministerio de Sanidad en contra de los cigarrillos electrónicos, además de las informaciones alarmistas que llegan de Estados Unidos, puede provocar que usuarios de estos dispositivos con el objetivo de dejar de fumar “vuelvan al tabaco, con los graves problemas para la salud que ello provoca”.
Fernández Bueno recuerda que gobiernos de países como Reino Unido, Canadá, Islandia o Nueva Zelanda han introducido políticas de reducción de daños en la batalla contra el tabaco, apostando claramente por los cigarrillos electrónicos como nueva alternativa real a fumar.
Los cigarrillos electrónicos son un 95% menos nocivos que el tabaco
Además de los estudios del Ministerio de Salud británico que concluyen que los cigarrillos electrónicos son un 95% menos nocivos que el tabaco, el doctor cita otro, publicado en el New England Journal of Medicine, que confirma que los dispositivos de vapeo duplican la eficacia de los productos de reemplazo de nicotina farmacéuticos.
El doctor califica de “envenamiento” los casos graves y fallecimientos ocurridos en Estados Unidos al usar sustancias ilegales en dispositivos de vapeo comprados en el mercado negro. Defiende la rigurosidad de la normativa europea que regula los cigarrillos electrónicos, “por lo que los usuarios no deben tener ningún miedo si adquieren estos productos en los puntos de venta que establece la ley”.
Finalmente, el doctor Fernández Bueno cree que en España “se pierde una gran oportunidad” al renunciar a liderar la batalla contra el tabaquismo a la altura de otros gobiernos como el británico. El 34% de prevalencia tabáquica en España debería llevar a las autoridades sanitarias, concluye, a apostar por medidas innovadoras de reducción del daño del tabaco.