¿Estás ‘enganchado’ a las patatas fritas del McDonald’s? Te contamos por qué: ingrediente secreto

Este es el secreto de las patatas fritas de McDonald's, una de las mejores armas de la cadena de comida rápida americana

Un restaurante McDonald’s en Europa. EFE/ED/archivo

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Si hay un restaurante de comida rápida que haya conseguido conquistar todo el planeta ese no es otro que McDonald’s. La empresa americana es, de hecho, el referente en el sector.

Una cadena que tiene establecimientos en todas y cada una de las grandes ciudades del mundo y cuyos productos suelen ser habituales en muchas dietas. Uno de sus mejores secretos es que la cadena adapta los gustos de la zona en la que trabaja a la hora de elaborar sus hamburguesas.

Es evidente que no estamos ante un tipo de comida que puede ser catalogada como sana. Más bien todo lo contrario. Eso sí, por mucho que cada vez sean más los que opten por una dieta sana en la que no entran precisamente cadenas como McDonald’s, la empresa americana sigue siendo una de las que más factura a nivel mundial.

El secreto de las patatas de McDonald’s

Y una de sus principales armas son las patatas fritas. Un complemento en todos y cada uno de los menús que, eso sí, es del todo menos sano. Como apuntan en El Español, cada ración de patatas de tamaño medio (que son las más habituales) contiene 320 kcal.

Así, con cada ración se consumen 43 gramos de carbohidratos y 15 gramos de grasa, con 260 mg de sodio. Cifras uy por encima de las recomendadas en una dieta sana y equilibrada.

Pero más allá de si son o no saludables, el secreto que hace que muchos estén ‘enganchados’ a ellas es precisamente algo aún menos saludable: la grasa de res. Como apuntan en el citado medio, a mediados de los años 50 la compañía que vendía manteca y aceite vegetal a McDonald’s empezó a venderle una mezcla de aceite y grasa de res.

Esta grasa de res es la que le dio a las patatas ese sabor tan característico. En los años 80 la cadena decidió prescindir de este tipo de grasa debido a las muchas críticas recibidas, pero sí que sigue manteniendo ese sabor, aunque ahora  de forma artificial, es decir, aún mas alejado de lo que se considera saludable y sano.

Iñaki Maresca

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