Primer debate del 19J: si quieres ser presidente, ponte corbata
Juanma Moreno evita el cuerpo a cuerpo mientras Macarena Olona despliega el repertorio de la batalla cultural a la que tan sólo le supo medir Teresa Rodríguez, la que más ha ganado en este primer debate
“Soy el hombre de moda, voy a ser el receptor de todos los palos”. A los pocos minutos de arrancar el primer debate electoral de esta campaña Juanma Moreno, candidato del Partido Popular pronunció la frase que, aunque podría entenderse como la expresión de un sobrado de confianza, ilustraba eso tan antiguo de “que ladren, que ladren”.
Moreno, quien según los sondeos, sigue partiendo como favorito para revalidar el Gobierno de la Junta, al que llegó tras las elecciones de 2018, gracias a los escaños de Ciudadanos, su socio en el Ejecutivo andaluz, y el apoyo parlamentario de Vox, reprodujo al milímetro su estrategia de campaña: no entrar en el cuerpo a cuerpo, seguir escenificando la imagen institucional que ha cultivado a lo largo de toda la legislatura y repetir mensajes.
“No tenemos una varita mágica, hemos bajado la presión fiscal y ahora está en el top 5 de las comunidades que menos impuestos tiene”, reconoció mientras apoyaba la fiabilidad de los datos a cartulinas con cifras de autonómos y creación de empresas, el mismo discurso que ha entonado una y otra vez a lo largo de estos años.
Porque la suya, desde su llegada a las instalaciones de RTVE Andalucía, fue la entrada no de un candidato sino de un presidente, corbata verde Andalucía mediante, que, consciente de que los debates se ganan, sobre todo, si no metes la pata, decidió por momentos pasar desapercibido, y motivó, por omisión, que al barro entraran los demás. Fundamentalmente, al fango que propició con sus intervenciones Macarena Olona, la candidata de Vox, que desplegó el repertorio completo de la llamada batalla cultural, de la violencia machista a la inmigración, de la caza al cierre de chiringuitos, de la cocaína al gobierno socialcomunista-bolivariano.
En líneas generales, el debate fue de menos a más, acaso como un símil de lo que puede dar de sí esta campaña electoral que, según algunos estudios, puede decidir el voto de hasta un 10% de indecisos y animar a la movilización en un domingo de playas y electorado que todavía no termina de creerse que se vota el 19J. Así, los candidatos fueron cogiendo brío a medida que Xabier Fortes y Paloma Jara, conductores del debate, plantearon los bloques temáticos: Economía, Políticas Sociales y Debate Territorial. Hubo críticas, pero no propuestas. Hubo preguntas, pero no respuestas. Hubo monólogos y mucho dato frío imposible de asimilar para el espectador.
“Acepto muchas de esas críticas, porque pueden ayudarme a complementar mi acción de Gobierno”. A Moreno fue imposible sacarlo del guión que traía escrito de casa –ni siquiera cuando Olona se dirigía a él como señor Bonilla-. Apelando en su minuto final a la Andalucía serena, que no chilla, el presidente andaluz surfeó un debate que, sin embargo, sirvió para medir el pulso con el que llegan el resto de candidatos.
Juan Marín, el más cómodo
Juan Marín, el líder regional de Ciudadanos, al que la mayoría de encuestas dan por amortizado, fue el que, quizás más cómodo estuvo en el debate, sin corbata, a ratos con una mano en el bolsillo y sin miedo a confrontar con Macarena Olona. Como era esperable, salió al quite de Moreno en defensa del Gobierno andaluz, y respondió airado a la candidata de Vox cuando le acusó de “gobernar cómodamente el cortijo socialista”: “¿Usted tiene ni idea de lo que es gobernar una pandemia, usted tiene idea de lo que es gestionar una administración?”, le espetó.
Mientras, el socialista Juan Espadas, también descorbatado en este primer examen ante la audiencia, emuló su imagen en los carteles, en los que aparece con camisa y chaqueta, y en puridad, nada reprochable con las temperaturas de junio en Sevilla, salvo que tu fuerte, precisamente, sea el de tener una dilatadísima carrera en la gestión pública en la Junta de Andalucía desde el año 90 (como subrayó Moreno) y, por tanto, el conocimiento suficiente como para saber que si quieres ser presidente, hay momentos en los que toca llevar corbata. Este lunes era una de esas veces.
Más allá de la imagen –de los que se escriben sesudos tratados de comunicación política- Espadas, desde un arranque descafeinado en el que apenas tardó 20 segundo en mencionar al partido de Santiago Abascal, fue sintiéndose cada vez más cómodo, dominando datos e ideas pero sin trasladar un discurso de fortaleza e ilusión que aminore el viento de cola que lleva Moreno. Tampoco participó de la defensa del Gobierno central, al que de manera sistemática recurrió la candidata de Vox para traer hasta Andalucía la gestión de Pedro Sánchez, y se alteró cuando ésta aludió a “la banda del WordPerfect”, en alusión a la comparecencia de su mujer en la comisión de investigación de la Faffe.
Macarena Olona, que en un momento apeló al resto de adversarios políticos a no entrar en demagogia ante el asombro de los presentes, jugó a crispar el debate con afirmaciones como que los inmigrantes van a “machetazos” por las calles de Andalucía o que “los homosexuales caminan con miedo”.
Ante tales afirmaciones, la única candidata que le supo medir de cerca fue Teresa Rodríguez, líder de Adelante Andalucía. Con su solvencia ante la cámara, frescura discursiva y ausencia de envaramiento, controló a la perfección el mensaje que quiso trasladar a la izquierda de la izquierda y logró eclipsar a Inmaculada Nieto, candidata de Por Andalucía (la coalición de Izquierda Unida, Podemos, Más País, Equo, Iniciativa y Alianza Verde), una gran parlamentaria pero con pocas tablas en este tipo de ruedos.
Si alguien salió vencedora, fue Rodríguez, si alguien salió indemne, ése fue Moreno. Queda una segunda prueba, el debate final, el próximo 13 de junio. Quizás no haya más propuestas, pero sí más corbatas.