Moreno es reelegido presidente tras un debate hipotenso que señala el tono de la legislatura
El Parlamento andaluz, con una mayoría de 58 diputados del PP y la abstención de Vox, reelige al candidato popular como presidente del Gobierno de la Junta en una jornada plomiza y sin sorpresas
Con una cámara con 58 diputados en la bancada popular, tendría que haberse dado un efecto Alberto Casero masivo para que el resultado de la votación tras el debate de investidura al que se ha sometido Juan Manuel Moreno Bonilla (Barcelona, 1970) en el Parlamento de Andalucía hubiera arrojado un resultado diferente al previsto tras las elecciones del 19J.
El candidato del PP ha sido investido presidente del Gobierno andaluz, el séptimo en la historia del autonomía andaluza, con los votos a favor de su grupo y la abstención «afectuosa», tal fue la fórmula empleada por Macarena Olona en su estreno parlamentario en el Hospital de las Cinco Llagas, de los diputados de la formación Vox, que no desveló el sentido del voto hasta que se llamó uno a uno a cada parlamentario. Como era de esperar, los grupos de la izquierda de la cámara, PSOE (30), Por Andalucía (5) y Adelante Andalucía (2) votaron en contra. La toma de posesión será el próximo sábado por la mañana en el Palacio de San Telmo, sede del Gobierno andaluz.
No hubo errores, ni sorpresas, ni siquiera anécdotas por parte de Jesús Aguirre, habitual de los memes durante su etapa de consejero y ahora ceñido a los rigores del cargo de presidente del Parlamento, tampoco discursos memorables, ni choques encendidos, como ocurrió hace cuatro años cuando la elección de Moreno implicaba el apoyo necesario de los diputados de Vox, tras 37 años de gobiernos socialistas.
Si lo de este debate -alargado durante más de siete horas- ha sido el prólogo de lo que va a dar de sí esta legislatura, la noticia no será tanto cómo se relacionará el partido del Gobierno con la oposición sino cómo estos tendrán que hacer méritos para destacar entre tanta estabilidad, cómo se fajarán los grupos de la oposición para poner sobre la mesa y ante la opinión pública las debilidades de un Ejecutivo monocolor que, cuatro años después, no puede hacer uso del mantra de la herencia recibida. En definitiva, cómo construir oposición ante la rotundidad del resultado que ha arrojado las urnas.«Ni es tan moderado ni es tan entrañable como dice que es», señaló Juan Espadas en su estreno en la cámara como presidente del grupo socialistas.
Las izquierdas tienden la mano para llegar a «consensos robustos»
De hecho, después de una legislatura pasada en la que los socialistas han ejercido una oposición difusa, la planteada este jueves por Espadas está enfocada a destapar los fallos de gestión del Ejecutivo andaluz. Apoyado en su discurso en su pasado reciente de alcalde de la ciudad de Sevilla, el secretario general de los socialistas ha planteado a Moreno la puesta en marcha de cinco pactos para encarar los problemas de los andaluces: de medidas que frenen la inflación, de ejecución de los fondos europeos, de financiación y mejora de los servicios públicos, de mejora y protección del medio ambiente y de derechos básicos, como igualdad o acceso a la vivienda. «No bloquee la labor de la oposición», ha llegado a rogar el líder socialista, que anunció en la cámara que repetirá como senador por designación autonómica. Si Moreno recogerá o no el guante es algo que se irá viendo a medida que avance la legislatura.
Lo cierto es que el tono sosegado con el que Juanma Moreno ha hecho fortuna rebaja el nivel de tensión de la cámara y lima la aspereza de los discursos de la oposición. Algo que se ha notado en el modo en que los distintos líderes de los grupos parlamentarios se han dirigido al presidente.
Con la frescura y tablas con las que logró colarse en los debates televisivos de la campaña, Teresa Rodríguez, en su estreno en el Grupo Mixto por Adelante Andalucía, afeó al presidente que su discurso se parecía demasiado al pronunciado hace cuatro años y por tanto que las promesas realizadas entonces y repetidas ahora eran incumplimientos en su acción de gobierno, caso de la supresión de los aforamientos, la creación de la Oficina andaluza contra el fraude y la corrupción o «la reforma de la Ley electoral para mejorar la proporcionalidad en el reparto de escaños», enumeró la gaditana. Como respuesta, el presidente le concedió la virtud de presentarse en la cámara libre de ataduras: «Aquí los únicos que no tenemos tutelas de Madrid, somos usted y yo».
Haciendo honor a su fama de parlamentaria respetuosa siempre en el disenso, Inmaculada Nieto, de Por Andalucía, ha anunciado que, pese a la mayoría absoluta de la de los populares, no renunciará a señalar al presidente tareas, que define como «prioritarias», caso de un plan que palie la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, la lucha contra la pobreza en la comunidad, asunto desaparecido del discurso inicial del presidente, o una apuesta decida por la sanidad pública. «Nadie paga de su bolsillo una póliza privada si tiene la tranquilidad de que le va a atender su médico en un tiempo razonable», ha apuntado la portavoz.
La parlamentaria algecireña ha celebrado que el presidente busque una etapa de «diálogo» con el resto de grupos pese a su mayoría absoluta y ha asegurado que tendrá disponible a su grupo para mantener «un disenso honesto» que les permita construir «consensos robustos».
Olona pasa de Dr. Jekyll a Mr. Hyde en su estreno parlamentario
Tal clima de respeto en la cámara ha llegado a sorprender a Macarena Olona, protagonista de una de las labores de oposición más aceradas y causticas contra el Gobierno de Pedro Sánchez que se registran en el libro de sesiones, como confesaba la parlamentaria andaluza nacida en Alicante durante unos minutos compartidos con la prensa. «Es que en el Congreso no es así…», trasladaba para excusar el tono que aplicó a una campaña, a todas luces, errática.
Con la abstención que han indicado desde la dirección nacional del partido, Olona ha escenificado al menos en este estreno de la legislatura, que la suya será una oposición que tenderá la mano. O que la tenderá a ratos o que la tenderá según le venga en gana o según avancen los minutos, si se entiende como vara de medir de lo que será su tono parlamentario el interpretado hoy desde la tribuna del Parlamento.
La intervención de Olona arrancó con un «buen candidato, gran campaña, justo resultado» y culminó copiando, en el contenido y las formas, al que la diputada italiana Giorgia Meloni, líder del partido ultra Fratelli d’Italia, ofreció en un mitin de la campaña andaluza de Vox en el que agitó todas las banderas de su guerra cultural: la universalidad de la cruz, la defensa de la vida, el miedo a la inmigración y el señalamiento del bipartidismo como respuesta, a su juicio, a todos los males que sufre España. Podría definirse como discurso ciclotímico.
De cómo se faje la oposición y de los imponderables que el contexto internacional marque dependerá que esta legislatura sea entre hipotensa, plomiza o, en el mejor de los casos si se llega a trabar ese nivel de colaboración trasladado, fructífera en medidas y leyes.
No en vano, a la salida del pleno, ante una nube de periodistas y rodeado de decenas de compañeros de filas, cargos del Gobierno andaluz y de su mujer, Manuela Villena, celebraba que el tono «de respeto de este Parlamento fuera único y un ejemplo para toda España».