Andalucía se entrega a la hegemonía del PP de Moreno y agranda el proyecto de Feijóo
El resultado histórico de los populares, con 58 escaños, es la primera gran victoria del nuevo PP. Lejos los histrionismos, abrazada la moderación, vencen
Lo de este domingo en Andalucía ha sido nunca visto: no porque fuera imposible que el PP ganara las elecciones autonómicas, no porque pareciera complicado conseguir aumentar sus apoyos. Los resultados de este 19-J dejan una comunidad autónoma distinta, entregada a un proyecto político que, por vez primera en casi cuarenta años, no tiene dudas: quieren centro derecha, moderación, lejos a la extrema derecha… y en eso los populares, y Juanma Moreno muy concretamente, no han encontrado rival.
El PSOE ha empeorado su peor resultado histórico: ya no son los 33 parlamentarios de Susana Díaz, ahora son 30. La izquierda andaluza se ha quedado tiritando, y el efecto Olona sólo ha supuesto 97.000 votos más para Vox, que se ha traducido en sumar 2 escaños al grupo que ya tenía. Mientras, el PP ha duplicado su resultado: añade 32 asientos en el Parlamento de Andalucía. La diferencia con los socialistas en la feudo socialista por excelencia es abisal: les sacan 28 parlamentarios y más de medio millón de votos.
Esto es: de las ocho provincias andaluzas, en todas la papeleta del PP ha sido la preferida. También han triunfado en lugares tradicionalmente ligados al PSOE, como la provincia de Sevilla o la de Jaén -ambas por primera vez en democracia-, o los municipios de Dos Hermanas (Sevilla) o Cártama (Málaga). El espaldarazo es completo. En todas y cada una de las provinicias suman diputados.
El PP ha sido la fuerza más votada en todas las ciudades de más de 100.000 habitantes de la comunidad, sí, pero también, de paso, han aniquilado a Vox, su mayor quebrado de cabeza, que únicamente recibe un 2’5% más de apoyo que en la anterior cita. Como ejemplo, El Ejido (Almería): en 2018 ganó la extrema derecha y ahora Moreno ha aumentado en más de cinco mil sus apoyos y se ha hecho con el 47% del voto del municipio.
Sólo 3 mayorías absolutas en España
La gesta, la primera gran prueba de fuego del PP desde que Alberto Núñez Feijóo asumió la presidencia del partido hace un par de mes, convierte a Juanma Moreno en el único presidente autonómico, además de los de Castilla-La Mancha, Galicia y Extremadura, que contará con una mayoría absoluta. Y todo a pesar del cambio de rumbo que ha supuesto esta campaña para lo que acostumbraba el PP. Pero parecen haber dado con la tecla.
El PP, tanto andaluz como nacional, sabía que era posible. Llamaban a la calma, a la mesura, a la seriedad, pero las encuestas internas y la recepción que vivían en las calles en cada acto apuntalaban la sensación de que estaba en su mano, por muy grandilocuente que sonara. La autonomía con la que se ha gestado la campaña andaluza, inédita en el PP hasta la llegada de Feijóo, entienden que ha sido la clave frente a un PSOE que lo fio todo a la marca.
Los mensajes que se han repetido hasta la saciedad en Andalucía son precisamente los pivotes centrales del proyecto de Feijóo. Son las dos caras de la misma moneda, entienden en el PP, y por eso esta victoria andaluza es quizás la más simbólica, la que mejor gusto deja: no se trata de una particularidad, de una fotografía de un momento concreto, sino de un estilo y una manera de entender la gestión pública. Datos, economía, experiencia.
El sello de Juanma… y de Feijóo
Además, para ambos líderes era importante darle el espacio al territorio que se merecía. La estrategia estuvo diseñada en, por y para Andalucía. La autonomía era y es total, Moreno ha podido hacer lo que cree más conveniente y eso a Feijóo, sencillamente, le parecía bien. Es el modelo que le gusta al nuevo líder popular, que ha confiado su nueva etapa a recordar y darle su sitio al poder autonómico en la estructura nacional.
Feijóo fue el epítome de estas tesis en su época como presidente de la Xunta de Galicia y fue, de esta manera, autor de las últimas y únicas mayorías absolutas de todo el PP en los últimos años. Este es su sello, su método: dar su espacio al candidato, que los votantes no sientan que los mensajes vienen de Madrid, que la autonomía importa en todos los sentidos. Así lo pactó desde su primera campaña en Galicia en 2009, y así lo hizo con Juanma Moreno.
Y las urnas hablaron. El resultado: el 43,13% de los votos -1.575.000 votantes- frente al 20,75% de 2018, y 825.000 votos más; vencer en todas las provincias, y hacerlo en plazas simbólicas… y crear así una nueva ola que, si todo les sale bien, será la que aúpe a Feijóo a la Moncloa.