Mas se aferra al Parlament para mantener el pulso al Estado
Asegura que no se siente culpable porque obedeció el mandato político, mientras Puigdemont insta al Gobierno español a dialogar porque "aún está a tiempo"
Artur Mas ha vuelto. El ex president se aferra al mandato que recibió del Parlament para mantener el pulso al Estado, y considera que no es culpable de ningún delito, sólo de intentar ser «un servicio en mayúsculas a este país».
Mas se siente aliviado. Ha acabado la semana del juicio por la causa del 9N, y considera que ha salido reforzado para poder continuar en la brega política. En el propio juicio, aprovechó su turno en el cierre de la causa, para incidir en la cuestión política, asumiendo «toda la responsabilidad», buscando un cuerpo a cuerpo con el fiscal Sánchez-Olled, que el magistrado no le permitió, para insistir en que no había cometido ningún delito.
En la sala Torres Garcia
El día estaba muy pensando. Alegato político en el juicio, y recepción en el Palau de la Generalitat, en la sala Torres Garcia, con el presidente Carles Puigdemont, quien le recordó algo determinante: «en otras condiciones, estarías como presidente en activo, y no estaríamos los dos aquí», en alusión al veto que le plantó la CUP a Artur Mas y que le dejó fuera de la Generalitat.
Pero, como ocurrió en aquel momento, en enero de 2015, cuando Mas dio el paso al lado para dejar el cargo a Puigdemont, el ex president quiso intervenir desde la misma sala Torres Garcia, y con su mujer presente en la primera fila, Helena Rakòsnik. Y es que Mas cree que puede volver, y quiere volver.
Su argumento es el que comparte todo el soberanismo: es el mandato político lo que debe primar, la mayoría soberanista representada en el Parlament, y ello implica que se deberá poder celebrar una consulta sobre el futuro de Cataluña.
En el juicio sobre el 9N, el fiscal ha querido demostrar que no existe una legitimidad del Parlament enfrentada a la del Estado español, que «no se juzga la democracia», sino un posible desacato del Gobierno catalán frente a la decisión del Tribunal Constitucional, que anuló la consulta del 9N. Pero eso el soberanismo lo deja de lado, y Mas pretende seguir en la misma línea.
Negociar, negociar
¿Cómo lo hará Mas? El ex presidente mencionó las palabras de Theodore Roosevelt, el presidente de Estados Unidos, cuando dijo que una democracia, para hacerse grande debe progresar cada día, porque, en caso contrario, o deja de ser grande o deja de ser una democracia. «Después del 9N, haya la sentencia que haya, la democracia española que ya no era muy grande, es ahora un poco más pequeña», aseguró.
Es decir, la pelota debe estar, a juicio de Mas, en el tejado del gobierno español, para que se plantee que debe establecer una negociación política. En la misma línea se pronunció el presidente Carles Puigdemont, al emplazar al Gobierno de Mariano Rajoy a «dialogar, en una mesa política, y aún está a tiempo, aunque sea en tiempo de descuento».
¿Dónde está ERC?
Lo cierto es que durante toda esta semana, el debate se ha centrado en el campo del PDECat, de la ex Convergència. Eran tres los acusados en el juicio, el propio Mas, y las ex consejeras Irene Rigau, del PDECat y Joana Ortega, de Unió. El socio de gobierno, Esquerra Republicana, se ha mantenido al margen, y la CUP sólo se ha pronunciado para criticar la estrategia de defensa de Mas. Es como si la causa del 9N no fuera con los republicanos, que aspiran a gobernar la Generalitat y a iniciar una nueva etapa que supere la gestión de los gobiernos ex convergentes.
La irrupción de Mas cambia las cosas, tanto si logra la absolución, como si es condenado a una inhabilitación, que, con los posteriores recursos, no se haría efectiva a medio plazo.
Mas ha reiterado en los últimos meses que repetir un nuevo 9N no tendría sentido. Otros dirigentes de su partido, como Mercè Conesa, presidenta del consejo nacional, han defendido que, tal vez, el referéndum que se quiere convocar no se podrá concretar, y que todo deberá pasar por unas elecciones al Parlament. La dirección de Esquerra lo sabe, pero también es consciente de que, llegados a este punto, el referéndum se deberá, por lo menos, convocar, y se juega con la idea de una doble urna, para hacer coincidir las elecciones con el referéndum.
A la espera o no de Rajoy
El proceso soberanista, por tanto, llega a su recta final. Con nuevos hitos, como el 27 de febrero, cuando el Tribunal Supremo juzgará, por la misma causa del 9N, a Francesc Homs. Artur Mas irá a Madrid, y también una nutrida representación del independentismo. Las sentencias llegarán poco después. Fuentes judiciales explican que se podrían conocer en mayo. En ese momento, en Cataluña todo se acelerará.
Antes, sin embargo, Mariano Rajoy podría reunirse con Carles Puigdemont. Fuentes del PP aseguran que, tras el congreso del partido, de este fin de semana, esa carpeta se deberá abordar cuanto antes, aunque no se produzca ningún avance.
El hecho es que Artur Mas ha vuelto, y se podría enfrentar a Oriol Junqueras en unas elecciones, reforzado a ojos de una parte de la sociedad catalana, por el juicio del 9N. Y eso puede romper muchos planes, los del propio Gobierno del PP, que quiere un único interlocutor en Cataluña, y que ya piensa en Junqueras. ¿Ha dicho algo el presidente de ERC en los últimos días?