Mas espera el apoyo en bloque de dirigentes de Unió a su lista unitaria
Duran Lleida, aunque saque adelante su propuesta ante la militancia democristiana, dejará el partido dividido
¿Habría actuado igual el President Artur Mas si hubiera conocido el desenlace final? Mas inició, con el adelanto electoral en 2012, un proceso que puede acabar con demasiados heridos. El primero, su propio partido. Y, tras Convergència, Unió Democràtica, que vive momentos convulsos, a escasos días del referéndum interno, en el que la militancia deberá pronunciarse sobre la hoja de ruta soberanista.
Pero Mas, llegados a este punto, ya sólo espera que buena parte de Unió apoye su candidatura a las elecciones del 27S. Y eso podría suceder por parte de los dirigentes democristianos, sea arrastrando las siglas del partido, o de forma individual.
Apoyo a Mas
Lo constató la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, quien dejó claro que el voto contrario a la pregunta formulada por la dirección –pide si se está a favor del ‘»proceso» a partir de una serie de condiciones– «será un sí al President Mas». Es decir, que el porcentaje de votos que consiga el sector soberanista del partido se deberá entender como un apoyo cerrado a Mas, y a la estrategia soberanista de Convergència.
Ahora bien, y para centrar el problema, la posible ruptura de CiU, con la trascendencia para el conjunto de la política catalana, la decidirá sólo un bloque de 5.000 militantes democristianos, cuando hace sólo cuatro años ese número era de casi 10.000 afiliados. Unió ha perdido peso, pero representa un potencial espacio electoral, que se identifica con la figura de Josep Antoni Duran Lleida, dispuesto a llegar hasta el final para constatar sus diferencias con CDC.
Los históricos, «independentistas»
El sector soberanista, sin embargo, juega todas sus cartas. Y unos cuarenta dirigentes históricos de Unió celebraron un acto este martes en el Ateneu barcelonés para reclamar el ‘no’ en la pregunta de la consulta, que se celebrará este domingo.
En el acto estuvieron Joan Rigol, Núria de Gispert, Rosa Maria y Raimon Carrasco, los hijos de Manuel Carrasco i Formiguera –el gran icono de Unió– además del ex consejero Agustí Basssols o la dibujante Pilarín Bayés. Raimon Carrasco llegó a asegurar que su padre era «indescriptiblemente independentista». La mayoría de ellos, como Rigol o De Gispert vivieron, sin embargo, muy cómodamente la ambigüedad del pujolismo.
Congreso extraordinario
La idea del sector soberanista está clara: los dirigentes históricos, los cuadros territoriales y una buena parte del comité de gobierno del partido piden ya que Unió tome una decisión y abandone su tradicional ambigüedad. Y gane ese sector o no la votación del domingo, fuentes de los dos flancos consideran que la proporción podría ser de un 60% a 40%, en uno u otro sentido. Es decir, una clara división, que sólo podría derivar en un congreso extraordinario.
Pero eso necesita tiempo. Y aunque se organice con celeridad, Mas quiere ya encaminar su lista electoral. Por ello, dirigentes en bloque podrían decidir su apoyo a Mas, tengan detrás o no las siglas de Unió.
En las próximas semanas, Mas debe tomar decisiones. Con la convicción de que CiU ya no suma, de que las siglas políticas son ya un lastre, busca una lista del President, como ya adelantó hace meses, para conseguir un buen resultado en las urnas. Personalidades de la sociedad civil, de la ANC y de Òmnium Cultural, estarían detrás.
Cuatro grandes bloques
El peligro, sin embargo, es que todo sea insuficiente. El resto de fuerzas políticas también se están moviendo. ICV busca una alianza de izquierdas que derive en una especie de Catalunya en Comú, emulando la experiencia de Barcelona en Comú. También Esquerra Republicana desea comprobar toda su fuerza electoral. Y Ciudadanos podría ser la fuerza realmente emergente en las elecciones catalanas.
¿Resultado? Cuatro grandes bloques políticos, con dificultades para establecer alianzas y asegurar la gobernabilidad, además de bloquear el proceso soberanista, que, según la hoja de ruta, debería finalizar en 18 meses con un referéndum sobre la Constitución catalana.
¿De verdad quiere llegar hasta aquí Artur Mas?