La ANC toca la cara a Mas pero deja a Junqueras sin aire
El independentismo reclama “unidad” ante el 9N y elecciones plebiscitarias en el plazo legal posible, en tres meses
El President Artur Mas comienza a ser consciente de que no se puede tener todo en la vida. La pirueta de Convergència se antojaba excesiva. Se puede saltar, correr, nadar e ir en bicicleta a toda velocidad, pero también puedes caer en un charco, o romperte la crisma.
Y Mas deberá en los próximos días tomar una decisión, después de que la ANC (Asamblea Nacional Catalana), le haya enviado varios mensajes al mismo tiempo: apoyo para que la pseudoconsulta del 9N sea un éxito, pero con la exigencia de que convoque en tres meses unas elecciones plebiscitarias, sin exigir una lista unitaria. Todavía.
El equilibrio de la ANC
El movimiento independentista necesita mantener un obligado equilibrio. En su seno, hay militantes convergentes, pero también de Esquerra, y ciudadanos de izquierda, en su acepción más amplia. Por ello, la ANC, que ha ‘comprado’ las nuevas peticiones del President Mas, quiso este domingo tocarle la cara con algunas precisiones para que no tenga la tentación –que algunos sectores de Convergència sí tienen, y él mismo si las circunstancias le obligan—de seguir gobernando hasta el final de la legislatura, en 2016.
El tablero catalán ahora es más complejo que ayer. Y ello podría beneficiar al Gobierno español, que desea un bloqueo interno en la política catalana, para ver después qué puede recomponer. Pero la incertidumbre tampoco es buena para el Ejecutivo de Mariano Rajoy. Una mayoría independentista a corto plazo podría precipitar un cambio estructural, en Cataluña y en el resto de España.
Las advertencias de Forcadell
Los hechos tangibles los sigue marcando la ANC. En su concentración de este domingo en la Plaza Catalunya, la presidenta del movimiento soberanista, Carme Forcadell, aseguró que se comprometen, junto con Òmnium Cultural, a movilizarse masivamente el 9 de noviembre, aunque la consulta, “ni ésta ni la anterior, era la que la ANC quería”.
“Lo aceptamos, y nos pusimos a trabajar para que fuera un éxito”, clamó Forcadell, en una clara advertencia a Mas.
Por ello, a cambio, la ANC reclama que Mas, “en el espacio de tres meses” convoque unas elecciones al Parlament con carácter plebiscitario para que “nos den el verdadero y definitivo mandato democrático que nos garantice nuestra libertad ante el mundo».
Elecciones en febrero
La petición podría llevar al equívoco. Para Esquerra fue una buena señal, porque Oriol Junqueras exige elecciones “lo antes posible, de forma inmediata”. Pero es que antes de tres meses no sería posible convocarlas.
Los plazos legales exigen que unas elecciones al Parlament se deberían realizar en ese plazo, para no coincidir con las municipales, en mayo, y después de 54 días de su convocatoria. Es decir, sobre el mes de febrero de 2015.
El otro factor al que se acogían ayer los republicanos, pese al rostro serio y preocupado de Junqueras, era que la ANC no habló en ningún momento de candidatura conjunta, que es lo que desea Artur Mas. Pero las palabras de Carme Forcadell fueron claras, al pedir “situar el país por delante de los partidos”, exigiendo a todos los dirigentes políticos “unidad y responsabilidad”.
El cerco se estrecha sobre ERC
La realidad es que, después del 9N, el cerco se irá estrechando. La ANC no podrá concebir que no se convoquen elecciones, y que el movimiento independentista no cuente con una candidatura conjunta con posibilidades de ganar por mayoría absoluta. Esquerra, que cree que puede sortear esa exigencia, se irá viendo cada vez más presionada a una opción, que, pese a favorecer supuestamente el independentismo, busca la salvación del propio Mas.
El President no quiere convocar unas elecciones en las que CDC o CiU –esa batalla con el socio de Unió aún no la ha ganado—acudan en solitario. Sabe que será derrotado, aunque él conserve una buena imagen ante la sociedad catalana que se define como soberanista.
La autopresión de Esquerra
En una entrevista en El Punt-Avui, Mas aseguró este domingo que no convocará elecciones hasta saber “para qué, y cómo se convocan”, dejando claro que lo hará si cuenta con una lista conjunta que no proclame, de forma automática –como pretende ERC—la independencia de Cataluña.
Ante eso, Esquerra se enfrenta a una situación que sus propios dirigentes han ido creando, al colocarse, una tras una, exigencias que no dependen de ellos.
Y Rajoy sigue observando.