El independentismo y el descontento social marcan la Diada
Mas se hace suyo el clamor soberanista y ve a Catalunya cercana a su "plenitud nacional"
La política catalana vive convulsa. La dramática situación económica, que ha llevado a la Generalitat a pedir la ayuda financiera del Estado, hasta 5.023 millones de euros, acogiéndose al Fondo de Liquidez Autonómica, porque no puede financiarse en los mercados internacionales, ha provocado un movimiento de rechazo, de descontento social.
Pero ha sido el movimiento independentista el que ha despertado a muchos catalanes, que pueden protagonizar la mayor manifestación catalanista desde 1977, en la que se pidió la autonomía de Catalunya y que puede constituir, según el historiador José Enrique Ruiz Domènech, un punto de inflexión de gran calado.
Mas se hace suyo el clamor
El president de la Generalitat, Artur Mas, ha dejado claro en un mensaje institucional que el clamor que se produzca en la manifestación será el suyo, aunque considera que “no hay batalla más urgente ni reto más importante que la soberanía fiscal” de Catalunya. Mas, sin embargo, ha expresado su convicción de que «nunca como ahora Catalunya había estado tan cerca en su aspiración y en su anhelo de plenitud nacional».
Con la reivindicación del pacto fiscal como estandarte, que es la gran baza de Mas para toda la legislatura, el Govern de la Generalitat ha alentado la manifestación de carácter independentista, que lleva como lema Catalunya, nuevo Estado de Europa. El propio portavoz del Govern, Francesc Homs, aseguró que no se sentía nada incómodo con el lema escogido por los organizadores, la Asamblea Nacional de Catalunya.
Estrategia de CiU
Para el Govern de CiU, por tanto, la movilización puede servirle para cagarse de razones y presionar al Gobierno que preside Mariano Rajoy para negociar un pacto fiscal que ofrezca a la Generalitat la llave de los impuestos que se pagan en Catalunya, con una Hacienda propia. Rajoy y Mas se reunirán en la Moncloa el 20 de septiembre.
Pero esa movilización puede dejar en una situación muy delicada al PSC. Su primer secretario, Pere Navarro, ha tratado de presentar la manifestación como una expresión del descontento social por los recortes, con la idea de que el éxito de la manifestación no deje herido de muerte a los socialistas. Navarro es consciente de que, pese a que el PSC no concurre a la manifestación, algunos de sus representantes más catalanistas sí lo harán.
También el socio de Convergència, Unió Democràtica, el partido que lidera Josep Antoni Duran Lleida, ha vivido sus contradicciones internas. Duran se ha añadido a la protesta, aduciendo, como Navarro, que será transversal y que muchos catalanes participarán por motivos distintos.
Petición sólo independentista
El hecho es que el debate se ha vivido con gran intensidad en los últimos días, con una presencia en las redes sociales que ha provocado, incluso, algunos momentos de tensión. Los partidos políticos han convertido la Diada en una lucha partidista, en la que, de nuevo, surgen los dos ejes que dividen la política catalana desde la Transición: el eje nacional, y el eje social tradicional entre izquierda y derecha.
El cambio, sin embargo, el hecho relevante que condiciona el futuro de Catalunya, es que se ha impuesto el eje nacional, que se puede constatar en la réplica del presidente de Esquerra Republicana a Duran Lleida. “Es una evidencia. La marcha será independentista, está convocada por una entidad independentista, tiene un lema independentista y se verá una participación independentista masiva”, asegura Oriol Junqueras.
Los sindicatos, CCOO y UGT, no renuncian, sin embargo, a sus propias reivindicaciones sociales. Y a lo largo del día, en las diferentes celebraciones, denunciarán “los recortes sociales y las políticas de austeridad”. Pero el movimiento sindical no se ha desmarcado de la reivindicación nacional. “El binomio avance social y avance nacional es inseparable”, se asegura en un comunicado conjunto.
¿Catalunya fuera de la UE?
Todo ello puede provocar un punto de inflexión en la política catalana. El historiador José Enrique Ruiz Domènech, autor del libro Catalunya-España, Encuentros y desencuentros, considera que la manifestación expresa que la sociedad catalana va por delante de los dirigentes políticos, y que éstos se han visto claramente superados. Pero, lejos de tratar de reconducir la situación, Ruiz-Domènech entiende que se han apuntado al movimiento sin plantear el debate en toda su crudeza.
Ruiz Domènech recuerda la afirmación de Montaigne, según la cual es mejor no moverse en tiempos de crisis.
Pero ve en la manifestación independentista un proceso que acabará culminando más pronto o más tarde, y que dependerá “del reconocimiento que pueda hacer la Unión Europea”, porque para el historiador un futuro fuera de Europa sería nefasto e inviable para Catalunya.
La cuestión, según Ruiz-Domènech, es que “nadie ha planteado el debate de verdad, el coste de crear un Estado, la situación de las posibles minorías, la cuestión de la lengua, todo”. Y ve un grado alto de “frivolidad” en todo el proceso, que no debería pasar “en ningún caso” por alguna situación similar a la que se vivió en 1934, cuando el president Companys proclamó la República catalana.