La discreta boda de Reynés y Valls-Taberner
Fue el sábado pasado cuando Francisco Reynés y Cristina Valls Taberner sellaron su matrimonio en una ceremonia íntima (apenas 70 invitados) que pretendía alejar el interés de la prensa del corazón del primer ejecutivo de Abertis y la descendiente de una estirpe catalana de banqueros.
Para ello fueron necesarias varias maniobras de distracción. La más estratégica fue la ubicación. La boda tuvo lugar en Siena, en la Toscana italiana. Pese a que las pistas iniciales indicaban que los contrayentes habían elegido Madrid, los invitados fueron convocados fuera del país. La segunda, consistió en asegurarse de que la madre de la novia, bien relacionada con la prensa amable, no hiciera de altavoz.
La prensa del corazón vigilaba con interés una localidad suiza a unos 50 kilómetros de Ginebra en la que la familia de la novia pasa largas estancias. Pero tampoco la ubicación alpina había convencido a los novios, que prefirieron la primavera italiana para celebrar su unión.
Ni tan siquiera los más estrechos colaboradores de Reynés en Abertis conocían el punto de celebración. Sabían que el ejecutivo se casaba, pero no dónde. Sólo el viaje de algún ilustre invitado a participar en la boda empezó a dar pistas sobre cuál era el enclave elegido por el matrimonio.