Un euro simbólico de Botín sepulta el legado de los Valls-Taberner
Ana Botín confirma que el BCE intervino Banco Popular y organizó una subasta acelerada. El Santander tuvo una noche para diseñar su oferta
El Banco Central Europeo (BCE) llegó a intervenir de facto el español Banco Popular. La fría y contundente nota que el supervisor comunitario distribuyó en la mañana del martes ya apuntaba a que había sucedido así; pero la presidenta del Santander, Ana Botín, lo confirma: “Se intervino y luego nos invitaron a participar en una subasta (acelerada)”. No trascendió la identidad de otros posibles postores.
Funcionarios europeos se limitan a confirmar que se trató de un proceso competitivo y omiten hacer comentarios sobre posibles presiones, extremo que Botín niega con rotundidad. “No hemos recibido ninguna presión”. “Siempre actuamos pensando en el mejor interés de nuestros accionistas”, zanjó el asunto con esta respuesta de manual. Queda pendiente la pregunta de ¿por qué se participa en la subasta de un banco que no interesó adquirir antes?
Lo cierto es que esos accionistas, los del Santander, deberán pagar los platos ratos de la gestión ineficiente del Popular. Unos 7.200 millones de los 7.900 que implican la absorción se destinarán a elevar la cobertura de los activos inmobiliarios que acumuló Ángel Ron. La tasa de protección pasará del 45% actual al 60%. Y se hará en el plazo “máximo de un mes”, asegura el consejero delegado del Santander, José Antonio Álvarez.
El megabanco que nace
A cambio, Botín promete un retorno de la inversión que para el ejercicio 2020 podría alcanzar el 13% en la división española del Santander y del 20% en Portugal. Ello considerando las sinergias, calculadas en 500 millones. El beneficio combinado de ambas franquicias pasará de los 570 millones en 2018 a los aproximadamente 950 millones de 2020. Se da un plazo de 18 meses para vender, al menos, la mitad de la cartera inmobiliaria del Popular.
Con este escenario el Santander acude al mercado para captar 7.000 millones de euros mediante una ampliación. Es la segunda gran operación que cursa en poco más de dos años. En enero de 2015 atrajo 7.500 millones. En dos años, habrá recibido de los accionistas 14.500 millones de euros extra. El equivalente a 1,3 puntos de producto interior bruto. No habrá desgaste. Botín asegura que la nueva ampliación “está asegurada”.
Trescientos mil accionistas lo pierden todo
Los más perjudicados son los accionistas del Popular. Ni hubo venta ni ampliación; sino intervención y subasta. Y el BCE aplicó el artículo 18 de la resolución bancaria (MUR) sin remordimientos. Perderán todo su dinero. Las organizaciones de consumidores se organizan para llevar el caso a los tribunales. Hay algunos clientes que se quedan sin dinero y encima con un préstamo que sirvió para apuntarse a la ampliación de capital de hace un año. Los minoristas afectados alcanzarían los 300.000.
A los socios de referencia les sucede lo mismo. El BCE no ha hecho distinciones: AXA, la sindicatura de accionistas… y los especuladores. “Los inversores a corto” tenían al cierre del martes el 12% del Popular con presiones bajistas. Éstos no podrán deshacer sus posiciones y por tanto habrán perdido también toda la inversión. Los mecanismos de resolución europeos funcionaron sin obstáculos y con rapidez.
Ni la marca
Por ello Botín asegura que en la operación no se cuenta con dinero público. “Ni directo ni indirecto”. Todo sucedió en una noche. El mayor grupo de crédito de la zona del euro remitió a Fráncfort en la madrugada su propuesta consciente de que absorbía un banco quebrado. Ese “euro simbólico” por el que se cierra la operación sepulta el proyecto que fundó Lluis Valls-Taberner y que vició Ron. “Vamos hacia una absorción”, resalta Álvarez… Del Popular no quedará ni la marca y el Santander controlará el 19% del mercado bancario español.