Daurella, primera gran empresaria en sacar el negocio fuera de Catalunya
La nueva Cobega tendrá sede social y operativa en Madrid
Cobega Embotellador, el envasador y distribuidor único de Coca-Cola en España resultante de la absorción de su competencia, tendrá sede social y operativa en Madrid. La familia Daurella, que poseerá la mayoría del nuevo grupo, es una de las sagas empresariales catalanas con más raíces y de mayor tradición en el territorio. A pesar de ello, la cabeza visible, Sol Daurella, dará el paso y trasladará su principal negocio fuera de Catalunya. La decisión impacta además en el erario, puesto que la nueva empresa pagará impuestos a la Comunidad de Madrid, una de las autonomías con menor presión fiscal en España.
La decisión se precipitó en septiembre después de que el presidente de la Generalitat, Artur Mas, abriera las puertas a los vientos soberanistas y rupturistas que soplan, hoy por hoy, en Catalunya. La manifestación del 11 de septiembre, así como el golpe de timón dado por Mas a las relaciones con España, coincidieron con los últimos esbozos del diseño del nuevo embotellador. En plena efervescencia secesionista, los Daurella y sus socios en Cobega decidieron segregar el negocio en la filial embotelladora y crear Cobega Invest para administrar la participación en el distribuidor único español, así como las filiales para Irlanda, Portugal y Norte de África. La sociedad instrumental mantendrá la sede en Catalunya, aunque a efectos fiscales generará menos rendimientos.
Exposición política
Entre los arquitectos del nuevo distribuidor, además de Coca-Cola España que orquesta el proceso desde 2011, figuran otras sagas empresariales españolas, como los valencianos Gómez-Trenor. Todos ellos trasladaron a Daurella la preocupación por el marco jurídico incierto que despunta en Catalunya. La empresaria ha tenido que aunar sensibilidades y proponer la mudanza a Madrid, concretamente a la sede de Casbega. La balanza la terminaron de inclinar algunos directivos europeos de The Coca-Cola Company, que trasladaron, a título personal, la conveniencia de levantar todos los cortafuegos posibles ante hipotéticos boicots comerciales. A pesar de la globalidad del producto, la multinacional estadounidense quiere el mínimo de exposición y la mayor neutralidad política posible, valores tradicionales de la marca Coca-Cola.
De este modo, el próximo 26 de noviembre, un día después de las elecciones al Parlament, la junta de accionistas de la actual Cobega dará luz verde a la estructura societaria avalada por la propia Sol Daurella. Una de las mujeres más ricas de España, casada con Carles Vilarrubí –circunscrito a la órbita de CiU además de ser el propietario del 12% de la división audiovisual del grupo Godó–, y a la par consejera de Banc Sabadell, pondrá tierra de por medio, sigilosamente, con un hipotético estado catalán.
A diferencia de otros empresarios, como el dueño de Grupo Planeta, José Manuel Lara, que han amagado con trasladar los negocios fuera de Catalunya, Daurella ya ha cincelado la primera huella más allá del Ebro. Sin embargo, seguirán siendo catalanes otros intereses, como la nueva Cacaolat, que opera en alianza con Demetrio Carceller, el propietario de Damm.
Nuevo mapa para Coca-Cola
Hace nueve años, Coca-Cola mantenía en España acuerdos con 14 empresas distintas. Hoy operan la mitad y en diciembre de 2013 la multinacional sólo trabajará con Cobega Embotellador. Los Daurella absorben en una primera tanda a 170.000 clientes y emplearán a 2.000 personas. En la segunda fase de la concentración, prevista para mediados del próximo año, se integrarán en la nueva Cobega los tres envasadores independientes restantes, con menos de 25.000 clientes cada uno. Los primeros pasos así como la siguiente ola de concentración ya los pilota la mano derecha de Daurella, Víctor Rufart, que se trasladó a Madrid hace unas semanas, como nuevo director general del conglomerado.
El modelo de simplificación en la distribución que Coca-Cola sigue en España tiene los antecedentes en Estados Unidos (EEUU), Alemania, Escandinavia y Panamá, entre otros mercados. Algunas de las operaciones de fusión en esos países han contado con la intervención directa del fabricante de refrescos, como en EEUU, otras, sin embargo, han sido impulsadas por las empresas franquiciadas.