Cuatrecasas: “Los inspectores de Hacienda creen que algo es tuyo por estar en el patio de tus oficinas”
El abogado barcelonés, acusado por el fiscal de cometer nueve delitos de fraude tributario, habla por primera vez sobre sus problemas con la justicia y el soberanismo: “Las autonomías deberían poder gobernar como en los Estados Unidos”
Emilio Cuatrecasas es un abogado al que gusta hablar de tecnología. “Hace unos años debatíamos en el bufete si nos debíamos conectar a Internet, imagínese… y el consejo decidió que no para evitar el espionaje. Hoy nos espían igual y los avances tecnológicos no es que sean probables, son una realidad”. La reflexión la pronunciaba como colofón a la presentación de resultados del despacho de abogados que preside. Su consejero delegado, Rafael Fontana, asegura que tiene una “especial” clarividencia para referirse al futuro.
El big data es un tema que apasiona al letrado catalán; pero más tarde, en conversación exclusiva con Economía Digital, tocaba reflexionar sobre la actualidad. Dicho de otro modo, cabían respuestas a cuestiones atadas a sus problemas con la justicia y también las relativas al contencioso político catalán. Eso sí, bajo la promesa de charlar con calma, en otra ocasión, sobre el grave daño del espionaje industrial. Nos recuerda, sin impostar tonos alarmistas, que “cualquiera puede leer nuestros correos”.
“Que cambien la ley”
Hacienda y el fiscal Pedro Ariche han puesto la proa a la fiscalidad personal de Cuatrecasas. Se sospecha de la comisión de nueve delitos distintos de fraude mediante un entramado societario que orbita alrededor del jurista barcelonés. Las cifras sobre sus bienes son privadas, pero se pueden relacionar con las de su despacho. En los años setenta, cuando empezó a trabajar, el bufete que lleva su nombre facturaba 360.000 euros. El último resultado reportado, el de 2013, arroja ingresos por valor de 248 millones de euros ( 1%).
Y es que, efectivamente, la declaración de IRPF de tres años está bajo sospecha. También los impuestos de Sociedades y las liquidaciones de IVA de una de sus empresas personales. “Estoy muy tranquilo: no he hecho nada ilegal pero si [Hacienda] considera que los contribuyentes no debemos tener las actuales posibilidades, que cambien la ley”. Su defensa ha logrado que sólo se le juzgue por el impuesto de Sociedades, pero el fiscal insiste en ampliar el proceso al resto de presuntos delitos.
“El despacho está por encima mío”
El magistrado ha insistido, en dos ocasiones, en desconsiderar los argumentos del ministerio público. Apelando a esa “clarividencia” sobre el futuro, preguntamos: ¿Qué posibilidades de éxito cree que tiene el fiscal en sus demandas?. “En este país, veo trayectoria a casi todo”, contesta tranquilo. “No me siento perseguido, pero si me llamara Antonio García estoy seguro de que no tendría problemas”.
Para Cuatrecasas, la raíz de sus quebraderos de cabeza, como los de otros contribuyentes, nace en la subjetividad de los inspectores. “Pueden considerar que algo es tuyo por el simple hecho de estar en el patio de tus oficinas” y si no está declarado abrir un proceso, advierte. Por esta razón no repele el juicio. “La única manera de combatirlo es en los tribunales”.
Durante la conversación, Cuatrecasas no esquivó preguntas y se mostró confiado. Incluso al ser requerido por el impacto de las querellas sobre su negocio. “Afortunadamente, el bufete está muy por encima de mí”. El grueso (32%) de la facturación del despacho proviene de la rama financiera y tributaria; otro 30%, de la actividad mercantil. El resto se divide entre las áreas de contencioso (23%) y la laboral (10%).
“¿Se imagina Madrid como Washington? Yo, no”
Con el mismo sosiego del que hizo gala durante los minutos en los que la conversación versó sobre hipotéticos fraudes fiscales, Cuatrecasas se refirió a la política catalana. “Caerán fronteras, pero el número de gobiernos se duplicará”, prevé. “Como les dije a mis socios hace unos días: me siento español pero las autonomías deberían poder tener total libertad para administrar el sillón de su casa”.
Con la metáfora, se refería a las pocas competencias que las estructuras supranacionales dejarán a los estados clásicos. “Vemos como Europa cada día pide más competencias: las económicas, las de defensa, las de representación exterior…” “Madrid tiene que encajar en ese nuevo escenario y permitir que las autonomías se comporten como lo hacen en los Estados Unidos: que cada gobierno decida qué es mejor [para sus ciudadanos]”. “¿Se lo imaginan?”, pregunta en voz alta. “Yo, por ahora, no”, se responde.