Celsa prevé reducir su deuda en 1.000 millones para lograr la confianza de los bancos

La banca acreedora de la siderúrgica ya ha encargado a KPMG que estudie el plan estratégico de los Rubiralta, que prevé triplicar el Ebitba

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La siderúrgica catalana Celsa está en un aprieto. Incapaz de cumplir con su plan estratégico para cinco años aprobado en 2013, ha tenido que reabrir las negociaciones con la banca para refinanciar su alta deuda, de 2.700 millones de euros. Para conseguirlo, ha puesto en manos de los bancos un ambicioso plan estratégico que prevé incrementar beneficios para reducir su deuda en 1.000 millones en 2021.  

La compañía de la familia Rubiralta se encuentra en plenas negociaciones con su pool bancario, del que forman parte el Sabadell, Caixabank, Santander, BBVA, Popular y Bankia, entre otras entidades. El objetivo es refinanciar la deuda y conseguir algo de oxígeno para encarar el próximo quinquenio, según han explicado fuentes del sector a Economía Digital.  

Para conseguir el apoyo de la banca, Celsa ha presentado un plan estratégico que se extiende hasta 2021, que es la constatación de que el plan 2013-2018 fue insuficiente: preveía que la crisis de la construcción había tocado fondo, pero la siderúrgica ha continuado sufriendo sus efectos en los últimos años.  

Los sacrificios, agua pasada  

Ahora sí que consideran que lo peor ha pasado y el plan estratégico puesto en manos de los bancos no prevé más medidas traumáticas: ni despidos, ni rebajas de sueldo, ni cierres ni ventas de fábricas. En 2012 se bajó un 18% la masa salarial, con reducciones salariales y de plantilla, por lo que los recortes ya están hechos. Así se lo han transmitido también a sus trabajadores.  

El plan de la multinacional presidida por Francesc Rubiralta es ambicioso. Prevé un incremento paulatino del Ebitda que lleve a triplicarlo en 2021. De los 160 millones de 2015 hasta 425 millones.

También pasa por abandonar los números rojos, algo que se preveía para el último ejercicio pero que es todavía una incógnita. En 2014, el grupo facturó unos 3.900 millones, aunque todavía estaba en pérdidas, pero por lo que respecta a los resultados de 2015, la compañía guarda silencio.

Con esta mejora de beneficios, Celsa prevé reducir su deuda de los 2.700 millones actuales hasta los 1.700 millones en 2021, reducción que se iniciaría ya en 2017 y que supondría recortar el pasivo en 200 millones anuales, un reto nada fácil para una compañía tan apalancada.  

Más eficientes

Para conseguir mejorar resultados y reducir deuda sin recortar empleo ni activos, no le queda a Celsa otro remedio que vender más y ser más eficiente. El plan estratégico hasta 2021 prevé reducir gastos mediante una mayor eficiencia en los procesos, con más sinergias e integración vertical.  

Un ejemplo de ello es la eliminación de intermediarios, que ya está aplicando. Celsa está prescindiendo de las empresas que se encargaban de cortar y transportar el acero hasta las obras. Muchas de ellas han quebrado por la crisis del ladrillo, por lo que la siderúrgica ha alquilado sus máquinas y plantas y realiza directamente el proceso, con lo que ahorra costes y tiene mayor interacción con el cliente final.  

También están invirtiendo en innovación, para el desarrollo de softwares que les permitan ser mucho más eficientes en el diseño y la fabricación de acero, a la vez que ganan valor añadido de cara al cliente.  

Mercado al alza

Pero no todo pasa por una mayor eficiencia. El mercado está subiendo tanto en España como en Europa, por lo que esperan mayores ventas. Además, aunque los precios, tanto del acero como de la chatarra, su materia prima, son muy volátiles, esperan que a medio y largo plazo suban impulsados por la recuperación de la construcción.  

A pesar de que el plan no contempla venta de fábricas, sí que prevé –como el de 2013– la venta de algunos activos no relacionados con la actividad industrial de la compañía. Concretamente, de algunos solares colindantes o cercanos a alguna de sus fábricas en España, cuya venta se ha encargado a Aguirre Newman y por los que esperan conseguir alrededor de 60 millones de euros.  

KPMG ya analiza las cifras  

Estas previsiones son las que debe valorar la banca para aprobar el plan estratégico de Celsa y darle la prórroga que ahora necesita para la devolución de la deuda. El grupo de entidades que concentra buena parte de los 2.700 millones que debe la siderúrgica catalana ha puesto el plan en manos de la consultora KPMG, que está analizando su credibilidad.  

Fuentes financieras han explicado que prevén que el informe de KPMG llegue a principios del último trimestre, por lo que la refinanciación se cerraría probablemente ya en 2017, año en el que el grupo debe afrontar un primer gran vencimiento de 600 millones.  

En general, los principales bancos del pool parecen estar a favor de la refinanciación, pero no hay unanimidad. Sea como fuera, parecería extraño que se denegara, principalmente porque la alternativa –no aprobarla y apretar a Celsa para que devuelva la deuda en los plazos actuales– puede ser contraproducente para sus propios intereses.

Xavier Alegret

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